El barrio se eligió por la historia
que tiene, cuando después de consultar documentación de archivo, supimos que el
barrio que había sido construido por el aristócrata Juan de la Barra había
tenido una repercusión social inesperada. La llegada de los obreros le quitó el
protagonismo a las caras de la aristocracia que se veían por entonces.
Dentro de este cuadro, nos
planteamos el interrogante de qué dirección tenía que tomar la nota. Por un
lado estaba la historia de los obreros ferroviarios y luego teníamos la
información de las Mil Casas. Las dos debían ser desarrolladas con trabajo de
campo e investigación, y decidimos que la historia del barrio era más
prometedora.
Definido el tema, nos reunimos en el
punto de encuentro a dos calles del barrio. Tocamos puertas que con
desconfianza, se abrieron y nos rechazaron de plano, con mayor o menor educación.
Las excusas que esgrimían eran frases como “miren, yo no los conozco a ustedes,
no se quienes son”. Luego seguía el portazo en la cara.
Después de algunos intentos tuvimos
la suerte de encontrar a Omar, que llegaba en su auto a una de las casas del
barrio. Sin prejuicios, nos contó que no sólo él era nacido allí, sino que su
madre también lo era. Sus abuelos habían venido de Tres Arroyos a trabajar en
los talleres ferroviarios.
De esta manera accedimos a anécdota
e información de primera mano, contada por un habitante que recordaba al
milímetro cada fachada, y cada mala intervención municipal en pos de “arreglar
el barrio”.
Esa fue nuestra primera experiencia
como entrevistadores. Algunos sostienen que no siempre se dan de esa manera.
Nosotros esperamos lo contrario.
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